No permito que la memoria falle, quiero conciencia de toda acción mía aun en la falta. Lo demás es engaño o senilidad; e insisto, no lo voy permitir.
Gozo de buena circulación y aun cuando mi escucha no es la mejor de mis facultades oigo como configuro cada palabra, como se aglomera fonema tras fonema en mi garganta y como esa palabra choca con mis labios, despedazándose, al momento de pronunciarla y dejarla ir.
El silencio nunca es opción.
Todo tiene nombre y de no ser así nuestro trabajo es despejar "X" (nombrándolo), sólo de esa manera el objeto de la preocupación pasará a La Historia Natural de las Cosas Inútiles pero Sensibles al Ánimo de la que todos somos autores. Sólo así validamos la existencia de las cosas, y con ello desvanecemos cualquier temor infundado, quedándonos con el miedo que genera la conciencia de descubrirnos como la peor plaga del mundo.
Para la sinusitis lo mejor es un otorrinolaringólogo y la infusión de tu preferencia.
Escucharé tu desgracia, escrita o hablada, aun cuando eso signifique amputar tus párpados y regar con sangre tus labios ávidos de morbo y dolor, repitiendo una frase que nació impedida para desplazarse y muda para comunicarse, muerta ahí mismo, en tu boca, bajo el peso de tus labios carnosos.
Respira de nuevo y siente el vértigo. No insistiré para que huyas, vas ya en él y tal es tu voluntad.
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