21 abril, 2008

¡QUÉ CUADRADA ES LA GENTE!

No es la primera vez que la sensibilidad y la trayectoria de una persona son reducidas a un defecto fisiológico o un problema de decodificación o de entendimiento. Lisa y llanamente, para la superestructura circundante (gobierno, televisión, educación, psicología, etc.), la inteligencia no existe, la interpretación personalísima es un problema que debe canalizarse a un nosocomio y la experiencia adquirida sólo es tiempo perdido si por ello no se obtienen millones y renombre.
Transitamos y dejamos atrás el primer Siglo Moderno (y el último, tal cual lo llama Tei Towa) y no hemos superado el miedo al cuestionamiento que hace una aguda óptica personal y sus repercusiones en el mundo. Las sombras que esa luz proyecta nos atemorizan porque no las entendemos y nos parece "que nuestros hijos pequeños harían mejores esas cosas", comentario estúpido con el que ocultamos nuestros más rancios temores a decir: NO ENTIENDO.
Todo esto surge a raíz de la lectura de un artículo, que ya desde el mismo título prefigura su contenido. No pienso reproducir ni un reglón del mismo más que el encabezado, con un link que los llevará a leer la nota de AFP, si tal es su interés.

Monet no era abstracto, sino que veía mal, según un oftalmólogo



Saint-Georges Majeur au crépuscule.
De Claude Monet (1908)

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